El Restaurante
el Faro es un reconocido establecimiento
ubicado en nuestra tranquila y apacible villa marinera. Lo podrás encontrar
saliendo de Santa Pola dirección Alicante, justo a mano derecha, entre, lo que
conocemos entre los lugareños, como el
camino del butano y la carretera que lleva al faro del cabo. Lo reconocerás
de inmediato cuando veas su enorme parking, en el que no tendrás ningún
problema a la hora de estacionar tu vehículo. Rodeado por una extensa pinada
que conforma parte de la sierra de Santa Pola, está situado en el kilómetro 89
de la nacional 332 Cartagena-Alicante.
Unos arcos
conformar la planta rectangular del rellano por el que se accede a la entrada principal. Nada más
entrar, la vistosidad y el colorido del expositor te dará cierta idea de
algunos de los manjares que podrás degustar en esta casa. Todos los días es
obligada la visita a la lonja de esta villa marinera. Podrás disfrutar de los
mejores pescados y mariscos todos los días del año. Aquí se trata siempre
con la calidad y la mejor materia
prima que nos ofrece nuestro cálido mar mediterráneo. La pesca de las aguas de
esta bahía tiene su propia denominación de origen: “Peix de Santa Pola”. Y es
que el pescado de nuestra villa, tratado con un poco de mimo y por unas buenas
manos, es un auténtico manjar ante el que no queda más remedio que quitarse el sombrero.
Unos cómodos
sofás están dispuestos en torno a una mesa circular central, en la que se puede
ojear la prensa del día y esperar tranquilamente su mesa. Esta entrada antecede
al comedor principal, amplio y luminoso, distribuido en dos zonas separadas por
unos grandes arcos con muebles auxiliares en donde no suelen faltar las flores.
En las frías noches de invierno es muy agradable entrar en el comedor y encontrar la chimenea con sus troncos
prendidos. Es muy relajante observar las llamas y el crujir de la leña.
Unos
grandes ventanales, situados justo en frente, nos muestran parte de la terraza
de verano. En ella nos ha sorprendido, alguna que otra noche de verano, una
suave y refrescante brisa, de esas que erizan la piel. En esta terraza se disfruta siempre de un entorno muy
apacible. El aroma del galán de noche, la vistosidad de sus hortensias y el estrellado
techo que se extiende sobre nosotros, te harán disfrutar de una agradable y
placentera cena veraniega.
Seguimos
avanzando por el amplio comedor y nos adentramos en la parte en la que está
nuestra magnífica bodega. Dispuesta de cara a la gente, se puede ver una
escogida selección de vinos, cavas y champanes. Esa parte del comedor da a los
jardines traseros, ahora vacíos, pero que durante los banquetes suelen estar
repletos de gente, bien en el cóctel de bienvenida, bien moviendo el esqueleto
al ritmo de la música del baile. -¡Michel y el Plata, de BM espectáculos, hacen que la música
arranque a cualquiera y se ponga a bailar!- Hasta 500 personas pueden cenar en
la terraza dispuesta para estos banquetes, cuando el tiempo así lo permite. Y
si el tiempo no acompaña, hasta 300 comensales podrán disfrutar de cualquier
celebración en los salones
interiores.
Hay también dos comedores más pequeños para
celebraciones o reuniones más íntimas. Uno de estos reservados estuvo enfocado,
durante los primeros años de andadura del restaurante, como una barra donde se servían calamares
y pescaditos con all-i-oli a tropel.
Ahora es un reservado con capacidad para 25 personas, algo alejado del comedor principal, en donde
hemos visto muchas pedidas de mano, cumpleaños y aniversarios de boda. El otro
reservado está preparado para 50 comensales y en las noches de verano se
dispone a puertas abiertas y enfocado
hacia la terraza, para los más frioleros.
Desde el hall se accede a la zona de los aseos en la
que, además de el de hombres y mujeres, se ha adaptado uno para los
minusválidos.
Empujamos las puertas abatibles y nos entramos en una
zona de trabajo: aquí se encuentran las cafeteras, los mantenedores de las
salsas, la maquina de limpiar las copas, la de hacer cubitos y la nevera de los
caliches y licores, además del armario de las copas.. Otra puerta da acceso al
corazón del restaurante: la cocina. Veintiún fogones y tres planchas forman la
isleta central de trabajo. Una pizarra en la pared marca los arroces, a la vez
que se cantan al cocinero . Los
arroces gozan de muy buena reputación: banda, negro, con bogavante, de marisco,
yaya,… y el caldero, de gallina, rodaballo o gallo Pedro, te hará perder los
sentidos. Y es que cuando los griegos estuvieron por estos lares, además del comercio por trueque y una clara
influencia cultural, compartieron con nosotros el legado de este típico plato que ya hemos hecho nuestro,
condimentado a partir de la sopa foccense que importaron de sus colonias.
Distintas
neveras y hornos terminan de completar esta funcional cocina, renovada y modernizada
completamente, junto con la zona del fregadero, que dispone de un moderno tren
de lavado, tan necesario los días de mucha faena, una bancada para la limpieza
de cacerolas y paellas, y una zona con la lavadora y otros enseres para la
limpieza de la ropa.
Al fondo se encuentra el cuarto frío, donde se
deshuesan los jamones de Jabugo, se preparan los lingotes de salmón, las
ensaladas o cualquiera de nuestros sabrosos postres caseros.
La puerta trasera desemboca en un amplio patio, donde
se encuentran los almacenes y las taquillas donde los empleados se cambian para el servicio.
Pero
todo esto son palabras. Nada mejor que hacer una visita a este emblemático restaurante
en el que la gran familia que lo conforma le estará esperando con la clara y única
intención de que disfrute de una agradable comida o cena, siempre con un trato
familiar y apacible. Bodas, comuniones, aniversarios, pedidas,…. Con familia,
amigos compañeros de trabajo, mamás del cole o antiguos compañeros de clase,…. Seguro
que encontramos ese menú que está buscando y, como ya hemos comprobado otras
veces, seguro que volveremos a vernos. Un saludo!!!